Hoarding en inglés es la enfermedad mental que alguna personas las lleva a acumular objetos papeles y deshechos y jamás deshacerse de ellos. A veces siento que sufro de una variante de esta enfermedad pero todo se ha ido acumulando en muchos recovecos de mi cerebro. No son objetos, son un sinnúmero de recuerdos que pueden aflorar con una canción, una imagen, un articulo o que simplemente en las noches antes de dormirme se les ocurre penarme. Muchos me han hablado de la nostalgia que llevo dentro de mí. Algunos se preocupan, otros se dicen quizás es pasajera. En realidad esa nostalgia nació en mi desde muy pequeño , en mi infancia pasada en el campo de mi abuelo y de mis tías. Nacida también de los cortes naturales y bruscos de los espacios que ocupé en ese periodo: el de mis tías y el de la casa en Santiago.
Esa nostalgia viene también de una curiosidad casi científica cuando una bella tarde de verano en el campo de mi abuelo, queriendo sentir la rotación de la tierra, me acosté en el suelo y miré el cielo y sus nubes y me dejé llevar por la contemplación de las nubes pasajeras y del cielo azul. Tuve conciencia de la belleza. No siento ser único por eso, estoy seguro que muchos hicieron lo mismo. Recuerdo bien, que alimentado por las largas horas mirando los aviones que salían del aeródromo de Tobalaba desde la ventana de mi pieza en Santiago, mas esa experiencia primal, me dieron ganas de recorrer los cielos y de mirar el mundo desde otra perspectiva. Me dieron ganas de simplemente de volar.
Años después, salí del Instituto Nacional una tarde de invierno sintiéndome distinto. Caminé por Ahumada hacia la Plaza de Armas, para tomar la liebre que me llevaría a la casa. En una fuente de soda me compré un helado bañado en chocolate y me puse a lidiar contra los autos, las micros hasta lograr subirme a una destartalada liebre… cuando podía me sentaba en la ventana, ya con mi nostalgia abierta para simplemente mirar el camino: la Alameda, Vicuña Mackenna etc. Un día medio lluvioso, a mis 14 años, la liebre con la radio a todo volumen tocaba Hey Jude. La canción me gustaba, estaba a la moda y los Beatles en la cumbre. Un poco nervioso y ansioso tocaba en el fondo de mi bolsón, algunos libros y cuadernos arrugados, oliendo a cuero ,para asegurarme de no perderlo, un paquete de hierba que un compañero me había regalado. Llegando a la casa, subí al segundo piso, entré a la pieza que compartía con uno de mis hermanos, me saqué el puto uniforme y saqué el paquete. En mi cabeza escuché sus consejos «lo mueles fino, tomas un cigarrillo y con tus dedos vacías el tubo de tabaco, sin romper el papel. Pones la hierba en la palma de la mano y sin sacar el filtro, chupas la hierba hasta llenar el tubo. Luego lo tomas por la punta, -haciendo los gestos con un cigarrillo para mostrarme-, y lo sacudes hasta que la hierba quede bien apretada, enrollas la punta, le sacas el filtro y lo fumas aspirándolo y reteniéndolo bien en tus pulmones… después esperas». Más claro que una receta de cocina.
Robé dos cigarrillos. Me fui a la calle y subí Villagra hasta la plaza Las Campanas esquina Tobalaba. Me senté en parquecito cerca, en el suelo. Seguí a la letra las instrucciones de mi compañero, lo prendí y el olor del humo entró en mis narices, lo encontré sublime. El perfume que emanó de la hierba fue mágico. Lo aspiré y volví a aspirarlo. No pasó nada. Mierda me regaló mi compañero! – me dije -, me levanté y me fui caminando por las calles aledañas porque me gustaba explorar el vecindario que crecía de una manera vertiginosa. Un poco frustrado me paré en otro parque y me puse a llenar otro cigarrillo con la hierba. Lo fumé reteniéndolo con más fuerza en mis pulmones. Me levanté y empecé a sentir un cosquilleo en mis piernas. Mientras caminaba, esa sensación se hizo más agradable y en mi mente empezaron a desfilar las imágenes del momento. La tarde me parecía bella y tenía ganas de reírme muchas ganas de reírme. Así me perdí por las calles del barrio, solitario sintiendo una sensación de ligereza física, pero mis sentidos abiertos a cosas que no percibían antes, una línea en la arquitectura de las casas, la forma de un árbol, sus hojas y en la gente que pasaba abrigada por las veredas viejas y sus pastelones rotos.
Entré a la casa y como siempre, la intranquilidad me abrazó. Se ve en mi cara? en mis ojos? en mi manera de hablar? Tenía hambre, y comí con ganas, esa noche me fui a acostar y dormí enredado en sueños hasta la mañana siguiente.
Les cuento esto porque será una primera serie de narraciones que quiero poner en letras. Cambiaré los nombres de las personas implicadas. Fue la mejor época de mi vida, esa adolescencia donde aprendí a contemplar la vida desde una perspectiva diferente. Hoy los conservadores sacan una publicidad en que se ve un tubo plástico que intrincadamente tiene la forma de un cerebro. Un humo café sube por el tubo y una narradora advierte de los peligros de fumar durante la adolescencia. Como siempre los mismos prejuicios que corrían en nuestros tiempos. El mismo discurso. Mientras en muchas partes se legaliza los dinosaurios siguen vivos aqui.
If you want to be a bird dice: Si quieres ser un pájaro/ porque no tratas un vuelito/ no hay negación/ te lleva alto/ porqué estar encadenado a tus pies/cuando tienes alas/que no has usado todavía/no esperes por el cielo/ sale y vuela/ etc. Fui una pájaro en la tierra en mi primer vuelo.
VISTO:
CITIZENFOUR, un documental sobre Edward Snowden y los programas de la NSA para espiar TODAS las comunicaciones de los ciudadanos de USA. Digamos que a nadie fuera de los gringos les extraña
Un documental que encontré en youtube sobre el Mundial del 62. Nunca había visto algo completo sobre ese mundial, siempre pedazos… interesante las descripciones del narrador. me dejó pletórico de contento
Excelente tio Klalo… muy bueno el cuento. Para compartir ! Un abrazo grande. Pablo.
Las alas de la conciencia están en todos, desde ese primer beso robado que tu crees que queda pintado en tu cara y que todos te van a pillar, hasta ese agarron que te pegaron en el traste en la micro y que crees que al bajarte todos se darán cuenta porque dejo su sucia marca en la minifalda.
Actualmente cuando uno ve en los chicos actuales » esa libertad » o libertinaje , no tan solo dandose besos en la calle sino que teniendo hasta relaciones sexuales, me hace pensar que talves los antiguos tiempos fueron mejores, , nuestra inocencia, el respeto a nuesdtros padres y la familia, y aparece la nostalgia… que nos acompaña siempre en la vida y es para bien porque nos permite atesorar los buenos momentos y malos momentos vividos pero que nos han dejado de que hemos vivido nuestra vida bien……