That is, there are no dangerous thoughts for the simple reason that thinking itself is such a dangerous enterprise…. nonthinking is even more dangerous. »
«No hay pensamientos peligrosos por la simple razón que pensar es una empresa peligrosa… no pensar es aun más peligroso»- Hannah Arendt
The Matrix
TS Eliot escribió por ahí que Abril es el mes más cruel del año. Es el fin de semana santa 2015 en un día asoleado pero bajo cero, como es la costumbre aquí en el norte Me siento a escuchar Black Keys como queriendo darme el ánimo que la primavera llegará como un rock rítmico y brutal. Me dan ganas de fumar un porro pero un pensamiento no me ha dejado desde el inicio del mes de marzo. Hace 50 años ingresé al Instituto Nacional y esa aventura que me marcó para siempre vuelve a la memoria. Hace 50 años que conozco gente que quiero, con los cuales compartimos una historia, una época, una matriz y hoy, en los universos paralelos que vivimos, estamos unidos por esa historia y ese pasaje vivencial dentro de esos muros cargados de prestigio y símbolos.
Empiezo confesando que mi identidad de institutano no es de las más solidas. Tengo sentimientos ambivalentes. Rescato haber conocido muchachos que a lo largo de los años pasados en esos muros, se convirtieron en entrañables amigos. De ellos tengo recuerdos diarios. No pasan días en los cuales un recuerdo, como una estrella fugaz, no atraviesa mi cerebro. De ellos guardo, como un estigma positivo, mi apodo de Cabezón que acepté desde el principio. Imagino desde la distancia sus vidas, sus quehaceres, como viven… Es parte del proceso sutil de la inmigración, de una evolución cortada en dos drásticamente, con un simple vuelo de avión. Un pasado en Chile, un presente en Montreal. Pero en cuanto a la institución, es el recuerdo de una institución que modelaba el ser para formar hombres funcionales para una sociedad profundamente conformista, mintiéndoles en el camino.
Un día de marzo del 65, de la mano de mi vieja, entré al edificio nuevo, de tonos azules, con un uniforme azul puesto. Me dejó ahí, en medio del patio, perdido, un niño inquieto y asustado, buscando caras conocidas, una mano que me tomara y me dijera dónde ir, que hacer? Entre carreras sin dirección, subiendo y bajando escaleras de concreto, encontré la de ese compañero que por el resto de mi vida me ha acompañado. Fue ese día preciso que encontré mi primer y entrañable amigo Tito. Fue en esos primeros meses que los lazos de amistad se fueron creando con Jorge, el Huaso, Pichón… después llegaron otros: Pepe, el Pollo, Ceballos. Algunos fueron amigos desde el principio; otras amistades se fueron tejiendo en el tiempo y se fueron deshilachando tranquilamente. Otros partieron a mitad del camino o fueron expulsados, como Moraga y Prieto que alimentan nuestras conversaciones junto al vino y los asados cuando logro cruzar los hemisferios para reencontrarme con los que quieren y pueden en Chile.
Creo que la institución no estaba hecha para mí. Desde los primeros días, fue un peso cruzar esa puerta vigilada que estaba en la calle San Diego, sentir una tremenda soledad, llorar silenciosamente durante semanas. Pasé de una escuela donde una profesora, me trataba de manera maternal, a esa figura autoritaria e impersonal que fue nuestro profe de quinta y sexta preparatoria.
Profesores que de una manera u otra nos fueron marcando. El profe de Química que nos amenazaba con las peores infiernos si quebrábamos un tubo de ensayo. El paquetón Díaz con su curso de atletismo en las canchas del Estadio Nacional y con su odio al fútbol y la obligación de tomar duchas frías. El tuto Arias, el gordo González, el amanerado profe de castellano (de apellido González creo) y Montedonico con sus clases de matemáticas que nadie seguía a la excepción de algunos. El perro Guzmán, y sin olvidar el famoso Terreros que al final del ciclo nos dio una sinopsis de lo que es una dictadura. Pero de todos, de todos rescato el inolvidable viejo Álvarez que nos abrió al mundo con sus historias. Guardo de él, el mejor de los recuerdos.
Zeitgeist
Para escaparme de ese sentimiento de fuerte temor frente a la autoridad, empecé a sumirme en mis sueños, en mi imaginación. Mi cerebro se cerraba a las palabras de Braulio Monreal y me volaba en mis propias historias y recuerdos, sentado casi al fondo de la sala. Tenía un terrible sentimiento de fragilidad ante la vida. Esos primeros años aprendí que mis mejores sueños podían ser simplemente aplastados. Poco a poco, desde las primeras semanas pasé de un estudiante modelo a ser por el resto de mi vida institutana un cancre [i]. La mejor imagen que tengo es la del film The Wall, Another brick on the wall. Muchachitos que marchan sin caras, caen en una gran moledora y salen hechos carne molida por el otro extremo. Nuestras diferencias y talentos borrados para siempre por la sacrosanta educación[i].
Nuestra época como la miro hoy fue quizás la más extraordinaria que pudimos vivir. En el rio tranquilo que cruzaba por nuestras vidas un torrente venia desde la distancia y nos arrastraría hacia esa nueva época. Desde el año 65, resonaban los ritmos de los Beatles y de los Rolling Stones dibujando los cambios culturales que marcarían nuestra adolescencia. El eco de las iglesias se apagaba, la revolución sexual estaba a nuestras puertas, y nuestros cuerpos lo presentían también. Afuera escuchábamos las marchas, las protestas y nosotros creíamos en la sacrosanta idea de Progreso. Los avances tecnológicos estaban evolucionando rápidamente[ii]. La carrera espacial, lejana, nos llenaba la imaginación de planetas y espacios y la música empezaba a envolvernos. Me dieron ganas de dejar crecer mi pelo au grand dam de mi viejo. Los Monkees, después Inti, los Quila, sin olvidarse de Aguaturbia.
Comíamos dulces en los cortos recreos; jugábamos fútbol en un patio asfaltado, hacíamos campeonatos y los sábados nos juntábamos en la cancha Amapolas en Ñuñoa para jugar un verdadero partido con un curso rival. Y qué decir de nuestra cita dominical en la sección J del Estadio Nacional para mirar el programa doble de fútbol. Colo-Colo era mi rival cuando el O’Higgins de Rancagua patéticamente perdía por un gol o dos.
Fumábamos nuestros primeros cigarrillos en la esquina de San Diego y la Alameda.
Y que maravillosa época cuando la política y las ideas empezaron a germinar en nuestras cabezas. El chico Barra con su elocuencia feroz y su sólida formación respondía a los profes sin conmiseración. El chico Jorquera y Valenzuela, inteligentes y serios se implicaban firmemente en un ideal que les costaría la vida en manos de las bestias. Soy hijo de esa época, de contactos ricos con esos muchachos prodigiosos.
Pasamos de esa edad de preadolescentes, a adolescentes y a jóvenes sin darnos cuenta. O quizás si?… Sé en mi memoria que nuestra generación llevó en sí una idea altruista de la vida. Una sed de conocimiento. Una sonrisa de esperanza.
Así como atravesamos esos años… entre la furia de querer cambiar un poco el mundo, mientras los adultos nos juzgaban por nuestros gustos, manera de peinarse y de vestirse, nuestras mentes se enriquecían, no tanto con la formación formal que nos daban, pero pienso que con la curiosidad silenciosa que alimentaba la vida. Leía cuanto libro había en mi casa y sin saber me iba poniendo al margen de esa «buena» educación.
Del 68 al 70 fueron años de exploración y de rebelión. Empecé a conocer la vida. Se crearon lazos y en mi cuerpo y en mi ser esas ansias de libertad, de romper con las normas, con los valores de mis viejos y de la escuela. Mis primeras experiencias con la yerba mágica, mi primera fiesta en una casa de Loreley, en la casa de Enzo, tímido como un animal asustado.
Del 70 al 72 la presión. La presión que imponía la familia. El horizonte de la prueba de aptitud académica, nuestra meta que definiría nuestro futuro. Lo dibujaban padres que esperaban que sus hijos llegaran a ser profesionales liberales. Yo refugiándome en la conciencia volada. Madrugadas en ser el primero en llegar para encontrarme en los pisos superiores con otros compañeros para compartir el primer porro del día, al recreo y a la salida. Mis lazos con Toño, Pepe H, Cacho, de otros cursos, las kermesses, con el cuerpo lleno de substancias que hacen soñar. Es en el grupo más cercano que encontré un nido de ideas y de discusión. Fue en esa época que mi vida tomó el camino donde me encuentro hoy. Pero no necesariamente gracias a ese puto colegio.
Porqué lo encontré en los libros de historia que desde niño leía. En una revista de la UNESCO, que llegó a mis manos y que iba a comprar a la librería de la Universidad de Chile. Es en esas páginas que descubrí la belleza de la antropología y que el misterio de la evolución de la humanidad me tocó el fondo de mi ser. En nuestras escapadas al cine para ver películas rusas o americanas. En las discusiones filosóficas de adolescentes. Volando en el cerro Santa Lucia, en las calles adyacentes, en la casa de un compañero. Explorando en el arte. En el margen de la existencia. Solo guardo lo mejor del instituto que es ese recuerdo inefable de mis amigos del alma, los que hicieron parte de My generation.
NB: Hace algunos años, creamos un blog con Tito. Existe todavía, pero se me olvidó la contraseña para cambiarlo y poner cosas. Entre las cosas que preguntábamos, medio en broma era Dónde está Insinilla?. Miguel Aranda, me informo en un corto mensaje que dejó este mundo. Saqué este pedazo que me parece muy elocuente:
nos-habiamos-amado.blogspot.com si quieren visitarlo.
Para el Bronce
Contribuiones de Jorge
«Señor, permiso para pegarle a Matus»
«Matus, en boca cerrada no entran elefantes»
« »¿A usted le gusta Santana?»
«Señor, esta chueco» (Chulo en una clase de geometría)
[1] Les recomiendo ver la conferencia de Ken Robinson, como la educación mata la creatividad. Tiene subtítulos en español
[i] Un burro) Le Cancre (Jacques Prévert)
Il dit non avec la tête
mais il dit oui avec le cœur
il dit oui à ce qu’il aime
il dit non au professeur
il est debout
on le questionne
et tous les problèmes sont posés
soudain le fou rire le prend
et il efface tout
les chiffres et les mots
les dates et les noms
les phrases et les pièges
et malgré les menaces du maître
sous les huées des enfants prodiges
avec les craies de toutes les couleurs
sur le tableau noir du malheur
il dessine le visage du bonheur
[ii] Cuantas veces no hablamos como niños ingenuos que un día podríamos hablar por teléfono y a la vez vernos en una pantalla.
Que bueno tio ! Fenomenales las fotos y muy bueno el cuento, como siempre. Un abrazo grande.
Excelente Gerardo. Lo lei apuradito y a grandes trazos, ya son mas de las 2 am del 27 de octubre de 2015 y tengo que ir al tuto. Prometo volver mañana o en cuanto pueda para leerlo de nuevo disfrutando un buen cafe y con más calma. Te felicito por el blog. Un abrazo!
Julio.