«Mon pays, ce n’est pas un pays, c’est l’hiver»
(Gilles Vigneault)
Miro por la ventana la calle nevada. Un viento del norte barre la nieve como polvo y se levanta desde el suelo haciendo remolinos, brillando con sus cristales infinitamente pequeños. Detrás de la ventana, en el confort de la pieza, pienso en el miedo que da enfrentar la calle. Otro día con menos 21 y eso es frio. Vestirse es un trabajo. Diez minutos de la vida en ponerse, chaleco, las botas, la parka, la bufanda, el gorro, los guantes y respirar para salir. Abrir la puerta y poner los pies sobre la nieve que cubre el hielo. El cuic cuic de los pasos rápidos camino al bus unos 800 metros más lejos, veré los otros caminando cabeza baja, sus caras escondidas bajo las bufandas, los ojos lloriqueando por el frio que se cuela entre las pestañas. Hacia 115 años que no hacía tanto frio dicen los meteorólogos. Hace parte de nuestra vida cotidiana. Tres meses más aún pienso y Montreal revivirá en su verano caliente y vivo, las terrazas, la cerveza y su música.
Es el frio de este invierno del cual estamos saliendo que hace pensar que sobrevivimos otro invierno mas. Hoy cumplo 38 años aquí. Salí un día de marzo en plena dictadura para llegar a Montreal un 15 de marzo gris, helado, no tanto, como el mes de febrero que acabamos de vivir. Puse mi vida en esta tierra, y desde ese día una pequeña eternidad ha transcurrido.
Pero en días así, cuando miro por la ventana y el sol aparece al horizonte iluminando el hielo que dibuja, con sus venas, hojas blancas sobre el vidrio, uno piensa en los veranos. Al son de la guitarra de Ben Harper, recorro la pieza mirando mis libros y me siento en el sofá, y me digo que contaré las historias del verano 72 el año de todas la rebeldías, quizás uno de los mejores veranos de mi adolescencia en Santiago.
Este ejercicio también es para olvidar. El frio que golpea la puerta pero sobre todo el mundo bárbaro que estamos viviendo. Leía una crónica donde escribe Josée Blanchette, hablando de Baricco, que lo bello no está ligado a una forma de progreso , al pasado. El gesto creador tenía un valor cuando desencadenaba un paso hacia adelante y lo nuevo tenía valor cuando era el resultado de lo antiguo. Para el bárbaro el pasado, es pasado. Punto final. El valor que vale es la diferencia.
Vivimos tiempos bárbaros a nivel político, económico y social. Para hacer propaganda algunos gobiernos son maestros. A algunos meses de elecciones generales, el de aquí indiscutiblemente lo es. Están discutiendo una ley antiterrorista, que le dará poderes especiales a la policía secreta y que mete en peligro las libertades, de todos, hasta de los que como yo, queremos simplemente oponerse. Hasta los grupos ecológicos verán sus acciones amenazadas por esta ley. Será el invierno de la democracia? Se lo dicen hasta sus propios expertos. En tiempos en que los dioses de la guerra reviven, se atacan a los científicos para mejor aplicar sus viejas ideas económicas y continuar impunemente con la depredación del planeta.
Es el fin del invierno. La primavera ya está a la puerta… y los grupos de estudiantes y sindicatos se están preparando para dar una lucha contra las políticas de austeridad que se están implementando. Yo también, preparando mis cacerolas, mis zapatillas para ir a manifestar como el 2012. Pronto otros vientos soplaran.
NB: Si logran ver el video, les explico, que había puesto una canción de Ella Fitzgerald y Louis Amstrong, pero lo tuve que retirar por una cuestión de derechos de autor. Si ven cuando juego con una perro, hacían menos 32, y cuando mi nieto juega hacían menos 22… me congelé las manos y los pies después de 20 minutos. En general, cuando hay sol, menos 25.